viernes, 21 de mayo de 2010

crónica de una carrera en verano



No sé por qué se me estaba haciendo el recorrido hacia esta carrera larguísimo.

No era la priemera vez que iba, pero cualquiera diría que andaba marcha atrás. Mi tom-teras, como siempre calladito, tanto que pensaba que no le habia indicado bien la dirección o que me habia confundido de carretera y me habia dejado por imposible. Es que a veces imagino lo que haría si en vez de estar amarrado al cristal, pudiera moverse: ¡huiría!.

Ví una gasolinera y paré: para repostar, para estirar las piernas, para refrescarme,...

Fue una situación curiosa.

Si el gasolinero hubiera visto bajarse del coche a un hombrecillo verde de grandes ojos achinados y con un dedo luminoso, diciendo con voz gutural: "EEEEETTTTTTT, MI CAAAAAAAAAAAASA, TELEEEEEEEEEFONO", seguro que no habria puesto una cara de sorpresa tan inmensa como la que puso al verme bajar del coche vestida de corredora.
Vamos, que no llevaba nada, fuera de lo corriente: zapas, calcetines tobilleros, mallas cortas, camiseta, gafas de sol y gorra. Lo normal ¿no?
Pero su cara de desconcierto era tan inmensa que pareciera que habia visto un zombie.
Cuando le pedí que llenara el depósito y le pregunté que si iba bien hacia mi destino, creí que le iba a dar un infarto. Primero abrió los ojos como platos, y sólo pudo articular algo parecido a una palabra: "sssssssse".

En fin, en vista del éxito, me senté al volante y volví a revisar a mi tom-teras. Sí estaba bien. Me faltaban dos kilómetros y decía que tardaría todavia 45 minutos. Jolines si voy corriendo, llego antes.

Algo extraño estaba pasando en la dimensión espacio-tiempo, que no atinaba a comprender.

El gasolinero se habia alejado un par de metros, y no me quitaba ojo. Tampoco tenía otra cosa que hacer. Supongo que sería por eso.

Seguí mi camino, diciendome que si no llegaba a la carrera, me daría simplemente un paseo turístico.

Por los pelos, pero llegué.

Estaban ya en la línea de salida, y yo todavía sin el dorsal. Supongo que me esperaron, pero fué ponérmelo y salir la estampida.
Jooooorrrrsssssss, ya empecé asfixiada, y encima el calor, casi me funde por completo. Pero terminé, más o menos en mi tiempo, y absolutamente feliz de haber podido correr.

Curiosamente a la vuelta no tardé tanto. ¿Será este un caso de expediente-X? ¿o simplemente que conduzco como una viejecita?

No hay comentarios:

Publicar un comentario